
Mi querido amigo/amiga .
Podría ser que con la persona con la que más promesas hemos roto ha sido con nosotros mismos.
En cada ocasión que nos fallamos, hay un movimiento interno y vamos perdiendo confianza, y esas dudas que nos surgen se transmiten en la forma en que nos relacionamos con los demás.
Nos lo notan. Perciben esa desconfianza que nos ronda, ese miedo interno que se manifiesta en una barrera ¿Estaré bien? ¿Me volveré a fallar? Todo eso genera un torrente de emociones, una mezcla de ansiedad y duda que puede enturbiar nuestras relaciones.
Y lo más significativo es que , al final, lo que más deseamos como seres humanos es justo lo que estas promesas rotas nos alejan de conseguir: una conexión auténtica. Porque de eso se trata… de encontrar vínculos verdaderos que nos permitan construir relaciones sanas, profundas, reales.
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