Mi querido amigo/amiga .
¿Has conocido a personas que parecen encenderse como una mecha?
En un instante están listas para pelear , para confrontar, para saltar a la mínima. Las miras y piensas: "Oh no, no me apetece esto. Qué agotador."
Y, sin embargo, hay algo valioso en ese encuentro . Esas personas, sin saberlo, te muestran aquello en lo que no quieres convertirte. Te enseñan, casi sin proponérselo, a desarrollar una mirada más compasiva, a cultivar la empatía, e incluso a afilar tu sentido del humor.
Te invitan —quizá a la fuerza— a convertirte en observador, a salirte de la ecuación, a no dejarte arrastrar. Y esa maestría, aunque se forje en el fuego de la incomodidad, nos regala una profunda habilidad.
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