
Mi querido amigo/amiga .
Si cada uno de nosotros, al escuchar la pregunta ¿Quién es el amor de tu vida? Respondiera desde una reflexión profunda, soy yo mismo, la vida podría ser más sencilla y plena. Nos trataríamos con más respeto, con más amor del verdadero, ese que nos permite comprendernos, perdonarnos y aceptarnos con compasión .
Cuando cultivamos ese amor propio, desarrollamos una mirada más amable hacia el mundo. La misericordia, el afán de superación y la mejora continua dejan de ser solo ideales y se convierten en una forma de vivir. Y, con confianza, todo lo que sentimos por nosotros mismos se reflejará con más profundidad en nuestra relación con los demás .