Mi querido amigo/amiga .
Desde siempre, he sentido una conexión especial con las piedras, un amor casi instintivo. Algo en ellas me atrae, como si compartiéramos un lenguaje secreto.
De niña, me encantaba corretear por los ríos, sentir bajo mis pies esas piedras redondas, pulidas por el agua. Saltaba de una a otra, río arriba, dejando que la corriente guiara mi juego . No podía resistirme a recoger algunas, llenando mis bolsillos con pequeños tesoros de formas y texturas únicas.
Hoy, ese amor sigue intacto. Trabajo con piedras, las observo, las toco, las palpo. Cada una guarda en su interior una historia de fuerza, de transformación , de belleza. Al hacerlo, vuelvo a mi infancia, a esos días de exploración y asombro.
Amo las piedras . Son testigos silenciosos del tiempo, guardianas de la memoria, compañeras de vida.
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